Mis acompañantes de primavera


Cuando niño llegaban en Santiago veía como llegaban las golondrinas en primavera.
Mi fortuna era inmensa porque una pareja ocupaba mi techo para criar a sus pequeños. Fueron varios los años hasta que un día dejaron de venir. ¿Qué pasó? Sin aviso, tal como llegaron un día, dejaron de estar presentes. Su nido se fue envejeciendo ahí esperándolas. Años más tarde mis papás decidieron construir un segundo piso y cuando sacaron el techo ahí estaba ese montoncito de ramas que albergó a varias de las aves que volaron y nunca volvieron. Era el hogar de esos acompañantes de primavera que un día desaparecieron y que ya no veo en Santiago.

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