Ya son 30 años entre pena y alegría

Hace 30 años mi corazón estaba sufriendo. Mi abuelo, padrino y amigo había muerto. Hace 30 años lo estaba despidiendo en Los Laureles, en la IX Región, los copihues que compré en Temuco esperando en el terminal rural ya estaban sobre su tumba en Freire. 
La tumba de mis abuelos en Freire.

Su humildad de viejo de campo, su empeño y su fortaleza eran su virtud. Desde pequeño que lo veía levantarse a las 5 de la mañana para ordeñar las vacas, y luego seguir con su jornada a caballo recorriendo el campo del patrón. Fue ese andar por años el que le generó su problema renal que finalmente se lo llevó. Ese verano del 88, el último juntos, conversamos largamente de que el votar No era una opción de sacar a Pinochet y el era un voto seguro, pero por menos de 10 días no alcanzó a llegar a esa votación. Si él no pudo sí podían hacerlo otros en ese pueblo y que mejor que ayudar al comando de ese lugar a preparar la defensa de los votos. En dos días aproveché de ayudar a los vocales del No antes de volver a Santiago.Llegando a la capital la adrenalina subió al máximo preparando todo para el 5 de octubre. Sabíamos que sería histórico. Ese día cuando empezaron a cerrar las mesas y recibía las papeletas para informarlas al comando la sensación de victoria comenzó a partir de la mesa 10 de varones en La Reina, la opción no era mayoría. Si eso ocurría en una comuna que es conservadora simplemente significaba que ganaríamos esa noche. Y así fue. Esa noche terminé en el Comando en Lastarria y las primeras lagrimas al ver el resultado final fueron por él, el que no votó pero que sabía que votar No era una posibilidad cierta de derrotar la dictadura.




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